sábado, 17 de septiembre de 2011

El mentiroso


¿Qué amamos cuando amamos? Me pregunté esa tarde sentada a la mesa con el hijo de quien fuera mi gran amor de juventud.
Cuando conté su historia algunos post atrás puse que era el gran amor de mi vida. Muy equivocada estaba, hace tiempo que ese lugar tiene otro ocupante, quizás un día les cuente,  quizás siga manteniéndolo en secreto. Me gusta escribir sobre historias pasadas, y esta aún la siento muy fresca.
Pero volviendo al individuo, hace un par de meses la vida nos cruzó, a cada uno con su vida,  a los dos con hijos. Él mostrándose víctima de una serie de infortunios, triste y jugando el rol de héroe  (o antihéroe),  yo también jugando mi rol de heroína. 
¿Ayudarías a mi hijo que se llevó ingles?, me preguntó y  le dije que sí. 
Un día de febrero vino el chico enojado a contarme los desastres de él como padre.
Lo primero que sentí fue tristeza y frustración pero no sorpresa. Ya no tengo 20 años y me creo cualquier cosa como cuando lo conocí. Con 36 puedo darme cuenta que él no es más que un gran mentiroso.
Lo que me enojó es darme cuenta de la mentira.  Somos grandes. Se de sus problemas y él sabe que lo voy a ayudar en la medida que pueda, entonces ¿por qué mentirme?
¿Por qué decirme que está solo?, cuando el hijo me dice que tiene novia
¿Por qué decirme que trabaja?, cuando el hijo me dice que es un vago al que le gusta la vida fácil.
Cuando el nene se fue de casa, yo lo miré distinto. No lo llamé y no me volvió a llamar.
Ahora me ve en la puerta del colegio, les recuerdo que el destino hizo que su hijo fuera alumno en la escuela en que trabajo, y no me saluda. Hace que arregla la moto, mira para otro lado o se aleja sin decir una palabra. La verdad es que me hace un favor. Pero me hace pensar y preguntarme  mil veces, por que estuve tan enamorada de un hombre así. Los defectos de hoy eran iguales a los del pasado.





Sigo sin poder responderme, ¿qué amamos cuando amamos?

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