viernes, 17 de febrero de 2012

Mi ex, la falta de romanticismo y el Jardín Japonés

Me negué a escribir cosas SanValentinescas.
Odio estas celebraciones importadas. No me gustan.
Detesto más Halloween, pero no estamos en épocas para que se lo cuente.
El tema es que de todas las relaciones que he tenido, salvo una el resto ha sido modelo de antirromanticismo.
No les voy a hablar del más romántico.Voy a hablarles de los otros.

Uno de mis ex era el tipo más frío del planeta. Frío al punto de no acordarse de ningún aniversario ni cumpleños y al decírselo ni siquiera esbozaba un feliz día.
El que prefería un picado con los pibes a la hora que yo planeaba ir al cine.
De esos que te dejan plantada la primera vez que vas a tener sexo con ellos porque pintó un asado.
Cómo leen: plantada y depilada al pedo.
Lo cierto es que después de muchos de estos desplantes la relación se terminó. Cuando habían pasado un par de días de la separación el tipo sacó un arsenal de amor y romanticismo y se apareció en mi casa.
Flores, cartas de las más románticas que he leído, canciones escritas y grabadas para mi.
Obvio, era demasiado tarde.
De las muchas cosas que hizo para tratar de recuperarme, la que siempre me resultó ilógica fue la de invitarme al Jardín Japonés.
De recordarlo esbozo una pequeña sonrisa que se transforma en carcajada al recordar su expresión.

El tipo se había mandado mil cagadas y pretendía que yo olvidara todo llevándome al Jardín Japonés.(?)
Creo que en ningún momento se puso a pensar que yo ya no lo quería más, que me había cansado, que de nada me servía en ese momento la invitación.

Aunque me de vergüenza decirlo...

Después de un año volvimos, esas cosas que una hace cuando en el medio encuentra uno peor, y cree que es mejor malo conocido.
Esa etapa de la relación fue buena, pero nunca acepté que me llevara al Jardín a pesar de sus múltiples invitaciones.
Creo que fue una especie de venganza al pasado.

Hace tiempo entré a su facebook, antes de bloquearlo por algo que les contaré en otro momento, y vi una carpeta de fotos con su actual, la mujer que vino después de la separación, juntitos en el Jardín Japonés. Me cagué de risa una semana.

Espero que haya  disfrutado, que pudiera aprender de los errores.
Que sea mejor pareja de lo que fue conmigo.

Al fin y al cabo lo que no es bueno para uno, quizás sea bueno para otra...




jueves, 9 de febrero de 2012

Chicos Ocasionales y mi melena morocha

Cuando uno se separa y en esa etapa entre el fin de una y el comienzo de otra relación pasan por nosotros sujetos ocasionales.
Así fue mi caso.Hubo un año, en el que me la pasé conociendo gente o como diría una amiga, volteando muñequitos. Bueno tampoco fue para tanto.
Lo cierto es que en ese entrar y salir gente en mi vida, conocí a uno que la verdad que no solo era encantador en ese entonces, sino que sigue siéndolo. Lo que me gusta de este tipo de hombres es que no necesitan prometer nada, uno ya de entrada sabe como es la cosa.
Vivía lejos de casa. Juntarnos le llevaba una hora y media mínimo de viaje.
La primera vez que fui a la casa, el muchacho había preparado una comida especial, un rico vino, chocolate de postre.
Charla, más charla. Y una noche que la verdad no voy a olvidármela.
Perfecta por donde la mires. Pero hubo un pequeño detalle.
(ese no chanch@s)
Cuando al otro día me levante a la mañana y fui a arreglarme. Encontré en el bidet el baño un pelo rubio de más o menos medio metro.
De él no era.
Él era pelado.
Entonces el pelo debería ser de alguna señorita.
No me molestó obviamente, eramos dos seres ocasionales.
Novia él no tenía ( ni tampoco familiares en Buenos Aires), así que inferí que el pelo era de una ocasional como yo.
Que hice ante este evento.
Me bailé la coreo de 0 3 0 3 4 5 6.
Revoleando mi cabeza de aquí para allá a lo Rafaela.
Seguro dejé un tendal morocho por todos lados...
Y bueno que le de explicaciones a la que venía después.



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martes, 7 de febrero de 2012

Mi ex, la separación y los electrodomésticos



Creo que una de las peores cosas de una separación sin hijos es el tema de la división de bienes. Cuando hay hijos de por medio ya el asunto se complica mucho más.
Si la pareja no ha traído al mundo un pequeño demonio y si  ni siquiera comparten un gato (hablo de felinos) se supone que la repartija debería ser más fácil.
He conocido casos que han dividido los libros de la biblioteca, las cucharas de postre, hasta los felpudos de al lado de la cama. Todo exactamente todo.
Cuando uno de los dos abandona (y por un tercero)  es natural que no pida nada. El que se va se lleva consigo las culpas y deja el resto del mobiliario.
Mi primer convivencia fue extraña. La casa era mía, y las cosas también. Cuando él se muda yo tenía el departamento totalmente armado. Lo único que hicimos fue comprar una cama, un televisor y una heladera pagadas por él. Y unos sintetizadores para guitarra y bajo comprados por mi.
No me pregunten por que compramos las cosas al revés por favor, porque no tengo respuesta, lo que si recuerdo es que así fue la cosa.
Luego de la separación, por teléfono (si, si eso también se los voy a contar pero otro día), quedamos que él se quedaba con los equipos de música, fundamentales para su trabajo y con el televisor. Y yo me quedaba con la heladera y la cama.
Todo perfecto y todos felices.
Pasado unos meses, yo estaba sin internet en casa, y antes de entrar a  Tea, paso por un ciber y veo que el me había escrito.
En el mail, me avisaba que al otro día iba a venir un flete a buscar la heladera, que su MAMÁ se había quedado sin este apreciado aparato y que como yo me había quedado con más que él, cuando él volviera de viaje me daba la diferencia.
QUÉEEEEE???
Me pregunté yo, sin poder entender la estupidez que estaba leyendo.
Repasamos:
- Viene a vivir a mi casa.
- Usufructúa mi departamento.
- Utiliza mis cosas como propias.
Y pretende que le de la heladera porque salio 400 pesos más de lo que él se había llevado. Cuatrocientos pesos. CUATROCIENTOS.

Mi respuesta fue un silencio el primer día.
Luego fue una bronca y la consulta a mi amiga abogada.

Finalmente le respondí que me parecía bien que viniera a retirarla pero si las cosas iban a ser así, que él me debía la suma de X cantidad de pesos (ya no recuerdo cuanto era) en concepto de alquiler del departamento, ya que mis tíos me prestaban la casa a mi y no a él.

Su respuesta un mail con una seria disculpa y las cosas como al principio.
Todos amigos.


esta no es mi heladera


sábado, 4 de febrero de 2012

Mis ex(s), la música y no solo Rock and roll


Siempre me caractericé por ser muy ajustable, si es que se puede decir así, a los gustos musicales de mis novios o parejas.
Así fue como he visto tocar a Manu Kcatché, he viajado por varias ciudades mirando a Los Piojos, he participado de clínicas como pueden dar Alex Acuña o Dennis Chambers, he saltado al son de Los Pericos, tomado el té en la casa de Alambre González,  con una panza de casi seis meses disfrutar de un clásico León Gieco.
Lo cosa es que ajustarse no siempre significa disfrutar de dicha música.

Los primeros en seguir fueron Los Piojos, era pendeja, aun no habían salido a la luz, ni se escuchaban masivamente. Íbamos con mi novio de recital en recital, hacíamos amistades con gente de otros lados y nos movíamos nómades todos los fines de semana, de bar en bar. Cuando la banda comenzó a crecer, ya viajábamos a otras provincias. Nos encantaba el ritual. Juntábamos pesitos, llenábamos la mochila de víveres y partíamos bien temprano. Hacíamos calle todo el día y a la noche el recital. Al finalizar, tomar algo por el lugar  y de ahi a la terminal para volver a casa. A veces dormíamos en alguna plaza o directamente en la estación. Era una época bárbara. Todo era posible. Música, amor. Qué más podía pedir? Ehhh... Ehhh???
Una tercera en discordia. Como debía ser, en uno de estos recitales, este novio conoció a una cierta muchacha y bue, terminó casándose con ella.

Luego apareció mi músico, con él las cosas eran distintas. Durante la relación de ocho años he visto y he conocido a los mejores. Pero claro él era (es) baterista, osea que nuestras salidas musicales estaban enfocadas a mirar, oír y si es posible sentarnos tras el batero y la batería.
Con él he podido ver a Manu Kcatché (batero de Sting) y me quedé sorprendidísima por su calidad, he podido escuchar a Alex Acuña. La historia viva de la música, tocó con Elvis, Ella Fitzgerald, Placido Domingo entre miles y diversos más. Oírlo tocar no fue tan rico como poderlo escuchar, su vida, su historia fue totalmente conmovedora.
Pero así como hubieron cosas que me gustaron también tuve que escuchar cosas que realmente no me interesaban, a mi me gusta el jazz por ejemplo, pero todos los miércoles acompañarlo a ver lo mismo, me llegaba a saturar. Con él no había concesiones. O íbamos donde él quería o me quedaba en casa. Nada de elegir yo.
Creo que a lo único que accedió fue a un Ismael Serrano pero por pedido expreso y llanto de por medio.

Uno de los últimos no escuchaba más que Heavy. Recuerdo que había sábados en que no salíamos y el ponía VH1 y siempre enganchaba algo. Así que me limaba la cabeza con sus gustos. Tampoco voy a ser tan guacha de decir que un Led Zeppelin me disgustaba o que no te escuchaba un Deep Purple. Pero había cosas que realmente no me gustaban. Y ahi estaba yo, sentada al lado de él, mirando la televisión y mirando el reloj a cada rato para poder irnos a la cama.

Las cosas han cambiado hace tiempo, hoy escucho lo que quiero, lo que me gusta, lo que me hace bien.
No acepto a rajatablas los gustos de otros, ni espero que acepten los míos.
En mi teléfono podés encontrar muchisimas cosas. Que conviven juntas sin pelearse. Las escucho yo y no obligo a nadie a hacer lo mismo.


Esta no es mi espalda